Ayer fallecía en el hospital Pitié Salpêtriere de París el que fuera dirigente etarra, Francisco Javier López Peña, “Thierry”. En seguida, y tras las últimas y recientes declaraciones de la banda terrorista ETA, los medios y las redes sociales se colapsaban: unos por júbilo, otros como método para redoblar sus amenazas y contraatacar contra el sistema penitenciario español. De hecho, los terroristas ya advirtieron hace unos días que si fallecía un preso “habría graves consecuencias”.
A colación de todo este asunto y dejando de lado la muerte de “Thierry” – de la que tengo que decir que como persona y cristiana no me alegro, pero tampoco pueda decir que lo sienta-, me vienen a la memoria estos nuevos sectores ‘modernos’ que llevan en boca la democracia y en ocasiones acuden a movilizaciones en las que denuncian una supuesta violación de los derechos humanos de estos presos criminales en las cárceles. No deja de resultarme espeluznante, pues cuando se viola el principal derecho democrático, que es el derecho a la vida, se rompe la democracia y todos los derechos que nacen de ella. Y aún así, con bastante poca mano dura actúa la justicia. Y lo digo yo, que gracias a Dios no he sufrido ningún daño directo. No quiero pensar en el dolor que llevan consigo las víctimas… Pero parece que ahora se ha puesto de moda permanecer al margen en cuestiones de terrorismo o, lo que es casi lo mismo, ampararse en la democracia y exigir unos privilegios para unos asesinos a los que no les ha temblado la mano a la hora de arrebatárselos al prójimo.
"Cuando se viola el derecho a la vida
se rompe la democracia"
Nos encontramos ante una sociedad cada vez más brutalmente dividida en sus extremos más radicales -que de tan radicalismo llegan a juntarse sus extremos, viniendo a ser ambos lo mismo-, donde surge un colectivo que se tacha a sí mismo de objetivo e imparcial, con no otro propósito que desbancarse de los anteriores, creyendo ser por ello más fidedigno o situándose en posesión de la verdad. Pero a veces es tan malo el radical que defiende a ultranza sus ideas sin importarle las del resto, como el que ‘humildemente’ decide no tomar supuestamente partido por ninguna. Y es así como medio apoyan los conceptos, intentando no posicionarse ni en el todo ni en la nada de los acontecimientos.
"A veces es tan malo el radical que defiende a ultranza sus ideas
como el que no toma partido por ninguna"
Sin embargo, a veces la razón no es un círculo concéntrico, sino más bien una elipse, igual que la que dibuja la Tierra en su movimiento de traslación solar. A veces la verdad no equidista a igual distancia de todos sus puntos, unas se encuentra en el centro derecha y otras un poco más hacia la izquierda. Porque a veces la esencia humana necesita posicionarse para conservar, precisamente, su humanidad. Mantenerse al margen de algo puede inclinar la balanza hasta el punto de hundirla bajo tierra, actuando como un mero sujeto pasivo ante la a menudo actividad inhumana del mundo. Una supuesta actitud neutral puede, por tanto, llegar a ser tremendamente parcial. Y hay determinados asuntos, como es el caso del terrorismo, donde no existen los medios apoyos o la ecuanimidad.
"Una supuesta actitud neutral
puede llegar a ser tremendamente parcial"
El único camino para ETA es su disolución, con la correspondiente aplicación de la justicia a través del Código Penal. Y no debería existir cualquier otra postura que se aleje de esta irrefutable afirmación. Porque todos aquellos que reivindican la democracia y los derechos humanos de todos los individuos, sin tener en cuenta los crímenes que cargan sobre las espaldas, no ven que el sistema democrático se resquebraja cuando alguien se cobra a sangre fría la vida de otra persona. De hecho la justicia se basa precisamente en el principio del “sum cuique tributere”, que no es otro que dar a cada uno lo que le corresponde. Y, como venía diciendo al comienzo, tan mal me parecen los extremos radicales como aquellos que ‘honestamente’ no se posicionan, amparándose falsamente en la objetividad de las libertades públicas y los derechos fundamentales. No es un comportamiento íntegro. Porque todas las personas somos iguales, pero dejamos de serlo ante semejantes atrocidades. El terrorismo no entiende de imparcialidad.
Andrea Mateos
@prepyus