Ucrania constituye una nación fundamental para una
Rusia expansionista en su proyecto de crear una Unión Euroasiática como rival a
la Unión Europea. Sin embargo, para la mayoría de los ucranianos, esta última
supondría la apertura a la mejora económica, la consecución de la democracia
real y la lucha contra la corrupción política. A finales del mes de noviembre del año pasado,
empezaron en Kiev una serie de manifestaciones pro europeas como resultado del
rechazo de Víktor Yanukóvich al Acuerdo de Asociación y Libre Comercio con la
UE. Una protesta que, a día de hoy, se la conoce como la revolución EuroMaidán,
el conflicto más grave del país desde su independencia en 1991.
Consigo contactar con una kievita. Hablo con ella
principalmente a través de las redes sociales. No diré su nombre, porque ha
preferido permanecer en el anonimato. Le pregunto por la situación y arroja
toda clase de desprecios con un odio atroz hacia su presidente y el régimen
ruso. Sin embargo, formar parte de la Unión Europea supondría una dura reforma
en el sistema económico ucraniano y la estructura en general del país. ¿Hasta
qué punto merece la pena su ingreso? “La gente ya no podía soportar que no se
firmara el acuerdo. Nos hacían promesas que nunca cumplían.” La situación se
había vuelto insostenible. Me confiesa que ahora tiene miedo, que no puede ni
dormir y muchos días no se le permite ir a la universidad. Siente la constante
desolación de no saber qué va a pasar con su pueblo, una sensación que le ahoga
y llena de rabia. Pero afirma que todo habrá merecido la pena si finalmente
consiguen su objetivo: la independencia total de la influencia rusa.
Así, los estudiantes universitarios ocupaban la
Plaza de la Independencia de la capital exigiendo el cese del presidente y un
cambio de régimen. El 30 de noviembre los antidisturbios embestían con
violencia contra las manifestaciones. La ciudad se iba llenando poco a poco de
hombres enmascarados con cascos y bates. El pueblo entendía que el Gobierno
solo accedería a dialogar con el radicalismo.
El 16 de enero la Rada Suprema –o Parlamento-
aprobaba unas duras leyes antiprotesta. La gente ya empezaba a hablar de Guerra
Civil o, para los de mal agüero, de una guerra en Europa. En los posteriores
días, los radicales paramilitarizados estaban cada vez más dispuestos a usar toda
clase de técnicas violentas. “El presidente mandó militares para pegar tanto a
hombres y mujeres, como estudiantes y niños. Kiev estaba lleno de sangre y
hasta ahora no hay culpables. Ha desaparecido mucha gente.” La kievita asegura
que los militares que protegían a Yanukóvich traían encarcelados para provocar
a la gente que se revelaba. Querían que la opinión pública internacional se
forjara una imagen equivocada del movimiento.
Con la llegada de febrero, aumentan las tensiones. Sin
duda febrero ha sido el mes más difícil de todos. El día 20, el régimen mandaba
francotiradores y, tan solo unos días después, el presidente abandonaba Kiev y
Putin decidía entrar en el campo de juego, usando Crimea como excusa para su
intervención. Todos sabían que era algo que se podía producir en cualquier
momento. La entrada de la gran potencia rusa era del todo inevitable.
Ucrania es una nación que se encuentra situada entre
Europa y Rusia. En eslavo antiguo significa “zona fronteriza”. El oeste rural
es pro europeo, mientras que el este, de carácter industrial, es pro ruso. Se
puede decir además que Kiev es la madre de la civilización soviética y de todas
las ciudades rusas. Un país, sin duda, con una importante historia pero sin una
historia real de estado, debido a su juventud. En la Segunda Guerra Mundial, muchos ucranianos
colaboraron con el régimen nazi, algo que los rusos nunca perdonaron y
decidieron enviar a parte de su población a los gulags. Durante las décadas
siguientes se fue afianzando un sentimiento anti ruso que culminaría con la
independencia de la república en 1991.
Para Europa se trata de un país importante, ya no
solo por su situación geoestratégica y como zona fronteriza de Rusia, sino que
además supone un tránsito para el gas. Su población es en un 78% de etnia
ucraniana, a excepción de Crimea, de mayoría rusa (60%). El golpe de estado
producido en este territorio ha hecho reaccionar a Putin, alegando querer
protegerla frente al nuevo gobierno ilegítimo. Hay que tener en cuenta que
Crimea fue rusa hasta 1954, año en que Kruschev decidió regalársela a Ucrania.
Pero Rusia siempre ha considerado esta tierra rica en cultivo y con acceso al
Mar Negro como suya. Sacar a Crimea de su área de influencia afectaría a su
orgullo nacional. Por otro lado, el presidente ruso había firmado con Yanukóvich un
acuerdo de permanencia hasta 2042... y va a hacer todo lo posible para que se
respete ese pacto.
El 27 de febrero, el Parlamento de Crimea realizaba
un segundo golpe de estado, tras el de Kiev, eligiendo a un nuevo jefe de
gobierno regional ruso. Un acto, sin duda, inconstitucional, pues el cargo de
primer ministro regional era designado en la capital. Algunas manifestaciones
producidas en este área pedían que Rusia enviara ayuda para garantizar su protección.
La consecuencia más inmediata fue que el parlamento ruso autorizase la
intervención militar en Ucrania, una provocación a los titanes de EEUU y la UE.
Sin embargo, Putin ha negado tal invasión. Como él mismo ha definido,
únicamente son grupos de autodefensa locales. Pero el kremlin no va a ignorar
la llamada de ayuda de Crimea. El problema radica en que si Putin hace uso de
la fuerza, estaría violando el derecho internacional y la integridad de un
territorio soberano.
Para el presidente ruso no solo es una cuestión
geoestratégica que garantice su flota en el Mar Negro, también hay motivos
históricos y culturales. Haciendo una comparativa, está usando el mismo
pretexto que ya usó en 2008 con Georgia: la protección de los rusos amenazados.
Ya entonces dejó claro que tanto Georgia como Ucrania suponían una frontera que
la UE y la OTAN nunca debían traspasar.
Pero por otro lado, hay que tener en cuenta también
que el ámbito internacional es muy amplio y que Rusia necesita de EEUU en otros
escenarios globales. Están en juego intereses tanto económicos como
energéticos. Hay que evitar una guerra. Algunos analistas hablan de posos de
Guerra Fría y de una Unión Soviética que, en la idea, nunca ha llegado a
desmoronarse. ¿Puede ser esto un golpe del exterior para sacar a Ucrania,
finalmente, de la influencia rusa, como dicen algunas hipótesis? ¿Por qué no se
ha esperado a unas elecciones limpias? Quizá porque en las últimas, como
asegura la kievita, los votos fueron falsificados. Los ciudadanos que han dado
el paso, están dispuestos a todo con tal de que no dividan a su gente. Quieren
la libertad. ¡Se han librado tantas batallas en su nombre! ¡Y ha habido tantos
hombres que la han perdido en su lucha por conquistarla! “Hay gente que se
merece que les llamen héroes. Luchan por todos contra una Rusia que nos robaba.
Pero estoy segura de que Ucrania será finalmente Europa”.
Andrea
Mateos
@prepyus