Tras las últimas informaciones aportadas en el ya famoso
caso Bárcenas, la oposición ha planteado contra Mariano Rajoy una moción de
censura, que sería la tercera de la democracia española. Esta, recogida en el
artículo 113 de la Constitución y el 175 del Reglamento del Congreso, tiene
como fin el exigir responsabilidad política al Gobierno y, aunque es propuesta
por 1/10 de los diputados, se necesita mayoría absoluta para sacarla adelante,
lo que resulta un blindaje perfecto para el Partido Popular.
"En un Gobierno de mayoría,
la moción no tiene ningún sentido"
Rubalcaba no pretende ganar la moción, ni mucho menos, se
trata simplemente de otra de sus artimañas por tratar de recuperar el liderazgo
perdido y la confianza, cada vez menor, de sus ciudadanos. Porque si bien es
cierto que Rajoy cuenta con pocos apoyos, menos aún tiene la oposición con un
líder que pretende asegurarse el futuro aprovechando las informaciones, cada
vez menos verosímiles, de un delincuente que se encuentra entre rejas.
"Rubalcaba no pretende ganar la moción,
sino recuperar el liderazgo perdido"
Lo que no hay que olvidar es que, de momento, los papeles de
Bárcenas son unos folios en blanco sin sellar ni enumerar que, salvo que se
demuestre su veracidad por otra vía, carecen de validez. Unos documentos que recogen,
por otro lado, pagos de impuestos -IVA o
IRPF- de una supuesta contabilidad en dinero B (¿desde cuándo se pagan
impuestos con dinero B?); o de anotaciones en 2000 y 2001 recogidas en euros
que, aunque desde 1999 era moneda de cuenta, hasta el 1 de enero de 2002 no
entró en vigor y, si los ciudadanos no tenían acceso a ella, de igual modo los pagos
en negro realizados en efectivo. ¿Sospechoso? Además, aunque muchos se
escandalicen por los sobresueldos -y dejando de lado la ética, que ese es otro
terreno distinto para analizar-, estos no convierten el acto en delictivo,
siempre que, claro está, estén declarados a Hacienda.
"Salvo que se demuestre por otra vía,
los papeles de Bárcenas carecen de validez"
Y ahora sería el momento de preguntarse, ¿desde cuándo tiene
más credibilidad una persona que está en la cárcel y que ha cambiado su versión
de los hechos en innumerables ocasiones que un presidente de un gobierno
legítimo? Algunos han convertido a Bárcenas en un hombre de dogma, empezando
por la prensa. Pero en un Estado de Derecho, un hombre -llámese Rajoy o
ciudadano de a pie- no tiene que demostrar su inocencia, le tienen que probar
su culpabilidad o, de lo contrario, no se hablaría de régimen democrático. ¿Qué
hay de la presunción de inocencia? ¿Y de los juicios realizados únicamente por
jueces, y no por la sociedad civil?
"¿Tiene más credibilidad un delincuente
que un presidente de Gobierno?"
Está claro que, hartos de la clase política, parece que los
ciudadanos están casi esperando cualquier información que les perjudique para
creérsela. Hagan lo que hagan va a estar mal visto. Nunca había sido tan
difícil consensuar los intereses de todos. Y lo mismo ocurre con la prensa, que
en los últimos tiempos ha sido tachada de sensacionalista. Pero parece ser que
es preferible esa falta de objetividad de los medios de comunicación, siempre
que sea para difamar a algún personaje político, a las propias acciones
políticas, lo que están aprovechando muy gustosamente los periódicos para
lanzar sus propios mítines a una sociedad deseosa de escándalo. Realmente los
medios se tienen que deber antes a la verdad que a sus lectores, al igual que
los políticos a sus votantes antes que a sus partidos. Por eso mismo, donde
unos apuntan a una moción de censura, yo propongo una porción de mesura, que
gran falta nos hace.
Andrea Mateos
@prepyus
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