-Pase, pase…
Sonó una voz socarrona desde el interior. El señor Cobra olía a una mezcla de puro y café cortado. Vestía de traje y pajarita y una inmensa barriga amenazaba con estallarle el botón de la camisa. Cerré los ojos por si se producía tal catástrofe mientras él observaba detalladamente mi perfil en el ordenador.
-Señorita PrePyus... Me ha despertado mucha curiosidad. Aquí sólo me envían sus datos personales. ¿Qué pasó con sus estudios, su experiencia profesional, con sus habilidades? ¿Acaso se traspapelaron? ¿Dónde quedó el resto de su currículum vitae?
-¿Y para qué aportarle más documentos si lo tengo todo justo aquí?- dije señalando con el dedo índice el punto intermedio de mi frente.
El tipejo me miró con extrañeza.
-¿Aquí? ¿Aquí dónde? ¡No logro verlo!
-Está escrito en un lugar llamado mente, el lugar más seguro que existe para guardar el conocimiento. –Hice una pausa.- Pregúnteme lo que quiera, todo lo que usted considere que requiero para trabajar en su empresa, y yo gustosa se lo suministraré.
El maromo me observaba y me requeteobservaba. No parecía del todo convencido.
-¿Y quién le ha dicho a usted que yo no lo sea?
-¿Acaso puede aportarme algún documento que lo certifique? ¿Dónde quedó el resto de su currículum vitae?
-Señorita, ¿pero qué clase de broma es esta? ¡Títulos, títulos! ¡Títulos que lo certifiquen! ¿Dónde quedó el resto de su currículum vitae?
-Mi formación académica también es de lo más exquisita. Debido a la falta de fondos, no pude matricularme en ninguna universidad, pero estudié todas y cada una de las asignaturas de Administración y Dirección de Empresas en la prestigiosa Universidad de Harvard. Después entablé amistad con un catedrático algo chiflado, con el que compartí piso un tiempo, que me enseñó todo lo que tenía que saber sobre negociación, exactamente la misma materia que él impartía en el máster, así que se puede decir que también lo cursé. ¿Quiere que se lo demuestre?
-Señorita, vamos a ver, señorita… ¡¡¿¿ DÓNDE QUEDÓ EL RESTO DE SU CURRÍCULUM VITAE??!!- gritó rojo colérico.
-En cuanto a mi experiencia profesional… -continué sin hacer caso a la vena púrpura de su frente- He de decir que de eso no tengo demasiado. Las empresas solo contratan gente joven con experiencia. Pero si nunca me contratan, ¡nunca tendré esa experiencia que piden! Y al final pasarán los años y me convertiré en una pobre vieja sin experiencia. ¡Y ya lo de vieja sí que no me lo cura nadie! ¿A usted le parece lógico el argumento?
Los ojos se le abrieron como platos.
-¿Me está tomando usted por tonto?
-No, señor, claro que no.
-¿Pero cómo pretende usted que le contraten si no sabe nada, si no ha cursado nada, si no tiene un buen currículum vitae como el resto del mundo?
-Señorita, me deja usted sin palabras… sin palabras… Mi más sincera enhorabuena por el tremendo discurso, pero me temo que debo decirle que no está usted contratada.
Andrea Mateos
@prepyus
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