Nos encontramos en un
mundo, en principio globalizado, donde el poder recae en una minoría que
controla al resto. Y es que el fin originario de la globalización, ese que
inducía a la participación del colectivo universal, se ha puesto como un punto
más de esa lista de tareas pendientes que nunca se llevaron a cabo, lo que ha
llevado a un proceso localizador y excluyente de una gran parte del planeta.
Es la vez que existe un
mayor número de países democráticos, con la libertad de expresión recogida en
sus marcos constitucionales. Pero a la hora de la verdad todo se envuelve bajo
la capa que teje ese control informativo, siempre bordado en el hilo del carácter
semi-oculto. ¡Vivimos en democracia! ¿Podemos realmente hablar de pluralismo?
Quizá todos los medios provengan de un mismo emisor o fuente, aunque escritos
con distinta caligrafía. Hay que dar sensación de diversidad mediática…aunque,
en su esencia, todas las informaciones vengan a ser igual de idénticas e
inexactas.
Los procesos
info-comunicaciones se han visto expuestos a la editorialización y
frivolización como consecuencia de la búsqueda de mensajes rentables y
superficiales en un hábitat donde predomina lo simultáneo y donde se presentan
una serie de asimetrías que se exponen como justificadas. Pero la opinión
pública ha salido de su letargo. Ha dicho basta. Y, paradójicamente, esto se ha
debido a esa globalización focalizada controlada por una minoría. Estamos
hablando de esos mortales instrumentos que pueden llegar a ser a veces las
redes sociales y que, gracias a las cuales, individuos alojados en esquinas
opuestas del planeta podían interactuar y se dieron cuenta de que parte de la
población –silenciosa- ahora comenzaba a hablar. Y verdaderamente tenían mucho
que decir. Algo inaudito, sin duda: la realidad no era como nos la estaban
contando.
El 27 de febrero de
2014, Joaquín Aguirre escribía en su blog “Pisando Charcos” que el 2011 fue el
año en el que se empezó a protestar. Ninguno supimos ver las señales que iban
pidiendo un cambio global y cuyos mensajes se verían reflejados con
posterioridad en las pancartas de las manifestaciones multitudinarias
existentes en absolutamente todas las naciones, con independencia de la
ideología. Ya en 1980 el Informe McBride, bajo el lema “voces múltiples, un
solo mundo”, recogía esa necesidad de un nuevo orden mundial informativo que
garantizara el pluralismo, la democracia y la participación. ¿No se supieron
gestionar ni contextualizar las necesidades que ya se pedían entonces? ¿O no se
ha querido? ¿Quién lo ha impedido o lo impide? ¿Por qué?
Están intentando
lapidar la verdad y la creatividad con todos nosotros. Así es como yo lo
siento. A determinados poderes y/o colectivos nunca les ha interesado que pensemos…
o al menos, que pensemos lo que ellos consideran que no debemos pensar. Siento
decirles que no van a conseguir callar mi alma crítica. Y por crítica no me
refiero a alterar el orden público como algunos lo entienden. Pero recordad que
la verdad (la auténtica, no la que nos venden) nos hará libres, así como el
conocimiento nos sacará de la sumisión de la masa adormecida. ¡Despertemos
periodistas! El mundo será lo que nuestra pluma honestamente escriba.
Andrea Mateos
@prepyus
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