El morbo de algunos medios por recrearse en mostrar
imágenes de guerra llega hasta límites insospechados. Dicen que lo que no ha
sido fotografiado no ha ocurrido, y piensan que las imágenes despojadas de
morbo no tienen tirón… o al menos no
el que ellos esperan alcanzar en cifras de audiencia.
En los últimos días no paramos de observar en Gaza
fotografías que muestran los inertes cuerpos de niños indefensos “reducidos en
su indefensión”, como definiría la novelista Susan Sontag. Están tan perfectamente fotografiados que se les
puede adivinar su identidad. Para algunos la identidad lo es todo.
Puede ser que esas imágenes perduren más en la
memoria. Leí una vez que la mayoría de las personas únicamente identifican la
Crucifixión de todas las imágenes canónicas. Pero, ¿realmente es necesario?
¿Tiene valor real periodístico? Quizá su publicación se deba más a fines propagandísticos que
informativos.
En tiempos de guerra el “nunca olvides” es una
premisa básica. Una imagen es capaz de refrescar la memoria y desatar los
sentimientos que más escuecen al alma. Volviendo a Susan Sontag: “para la
reconciliación es necesario que la memoria sea defectuosa y limitada”.
Reflexionemos. Sin ninguna duda, la fotografía cumple un papel fundamental en
la prensa y, gracias a ella, el lector puede transportarse hasta el lugar de
los hechos muchas veces sin ni siquiera llegar a leer la noticia. Pero el
código ético de la profesión establece que nada puede ser a costa de todo. Nadie
duda de la veracidad de esas imágenes. Pero creo que realmente no es necesario
ni tiene un valor informativo real recrearse en el dolor de los demás. Como
todo en esta vida, existen unos límites. ¿La guerra fotográfica? Krieg dem Kriege! (¡Guerra contra la
guerra!)
Basta ya.
Andrea Mateos
@prepyus
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