21 octubre 2014

Kobane en armas


El ataque de ISIS a Kobane atiende a necesidades estratégicas. Combatientes de Turquía, muchos proceden del PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán), se han ido integrando en la milicia kurdo siria del YPG, con independencia de ideología o religión, para luchar juntos y evitar la caída de la ciudad.

Al mismo tiempo, Turquía, en su afán por arrinconar al Movimiento Nacional Kurdo, está aplicando esa misma estrategia en Rojava, esperando que ISIS se convierta en su vecino. No resulta sorprendente que Erdogan evite el término “terrorista” para referirse al Estado Islámico y, al mismo tiempo, se niegue a proporcionar ayuda a las milicias kurdas, a las que sí califica de terroristas.

En Kobane, ante los ataques de yihadistas inmolados y la falta de armas y munición propias, es indispensable hablar del papel de la guerrillera kurda y su nueva dimensión para impedir el avance del Estado Islámico. El Corán promete 72 huríes (bellas vírgenes) y el perdón de los pecados en el paraíso para cada yihadista muerto en combate. Sin duda, un gran instrumento de reclutamiento. Pero los extremistas creen que no van al paraíso si son asesinados por una mujer. Por eso, cada vez son más las mujeres kurdas que forman parte de los Peshmerga (en kurdo, “aquellos que enfrentan la muerte”), y son muchas las que dicen sentirse orgullosas de su sacrificio para salvaguardar el honor de su pueblo.

El apoyo a la resistencia de Kobane es cada vez mayor en el mundo. Parece justo que la población kurda de Turquía, Irán e Irak pueda contar con los derechos establecidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. ¿A quién se le puede negar eso? El Kurdistán… masacrados por yihadistas, abandonados por el gobierno turco y siempre con la esperanza de establecer una Autonomía Democrática.





Andrea Mateos
@prepyus

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