24 julio 2014

Derechos humanos ¿universales?



La Declaración Universal de los Derechos Humanos fue definida como “el ideal común por el que todos los pueblos y naciones deben esforzarse”, adoptada el 10 de diciembre de 1948. Está compuesta por treinta artículos que establecen los derechos básicos que deberían marcar el modelo de conducta de los estados y con los que deberían contar todos los seres humanos del mundo. Deberían.


Esta declaración incluía implícitamente los derechos del niño, pero debido a sus necesidades particulares, se decidió que merecían un trato especial. Así, por iniciativa de UNICEF, en 1959 se aprobaba la Declaración de los Derechos del Niño, un conjunto de normas del derecho internacional, irrenunciables e inalienables, que protegen la infancia.

Como estado miembro de la ONU, Afganistán asumió esos compromisos. Sin embargo, a sus dirigentes no parecen preocuparles los diversos  informes acerca de las violaciones y abusos a los niños del país. ¿Dónde está, por ejemplo, ese artículo 15 que establece que “nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes”?

Hace apenas unos días era noticia la muerte de un niño tras ser violado en grupo, una práctica habitual que se realiza especialmente en el norte del país. Human Rights Watch denunció la situación de desamparo en la que se encuentran los niños, pues demostrar una violación en Afganistán no es sencillo y, según su código penal, se puede condenar al menor por haber practicado sexo fuera del matrimonio. (¡Encima!)

Lo triste es que Afganistán es sólo un ejemplo y muchos de los países que violan los Derechos Humanos, paradójicamente, están suscritos a estas declaraciones. Acceden en teoría, pero luego no los llevan a la práctica. Su cumplimiento debería ser responsabilidad de todos los seres humanos. De nuevo, el dichoso “debería”. ¿Derechos humanos universales?




Andrea Mateos
@prepyus




17 julio 2014

Olvidar que has olvidado



Si hay algo que distingue a un ser humano del resto de seres es su desarrollada capacidad cognitiva. El hombre es una unidad psicosomática, un compuesto de cuerpo y mente. Lo físico envejece y la mente, el pensamiento, también lo hace a su manera.


La teoría platónica de la reminiscencia establecía que conocer es recordar, pero el paso del tiempo, a menudo, te conduce al olvido. “Quizá uno comienza a envejecer en el momento en que empieza a dolerle la memoria”, decía Rosa Montero.



El Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa. Todos los que lo hemos vivido de cerca, en familiares, sabemos lo que es. Se convierten en extraños para sí mismos y, un día, observas el vacío en su mirada, o quizá sea el traslado a un recuerdo de antaño. Lo que ocurrió en el pasado vuelve a ser vivido como si fuera su presente, alejándoles de la realidad devastadora que les autodestruye: se olvidan de que han olvidado. Quizá no sepan quiénes son, salvo en momentos vagos de lucidez; quizá no sepan quiénes son, pero nosotros siempre sabremos quiénes son ellos.


Esta enfermedad, que debe su nombre al neurólogo Alois Alzheimer, fue observada por primera vez a comienzos del siglo XX. Sin embargo, más de cien años después, aún no se ha conseguido lidiar con ella. Hace unos días, investigadores del King College identificaban diez proteínas en la sangre que podrían servir para predecirla, abriendo un nuevo sendero para la elaboración futura de fármacos que ayudarían a tratarla con antelación. Sin duda, es un gran avance, pero resulta insuficiente. Puede que -y citando a Ramón y Cajal- “mientras el cerebro sea un misterio, el universo continuará siendo un misterio”.




Andrea Mateos
@prepyus