22 mayo 2013

Marca España


El “Spain is different” marcó el espíritu de la transición como el producto nacional que vendimos en su momento al exterior bajo el objetivo de romper la imagen dictatorial del régimen anterior: España ya era un país libre, democrático, integrado en la Comunidad Europea y abierto al mercado internacional. Se empezó a crear así una política de estado a largo plazo que fuera capaz de permanecer estable ante los posibles cambios políticos con el único fin de construir un perfil del país sólido, cooperativo y moderno: la Marca España.


En 2001, la Marca España fue impulsada por José María Aznar quien, en la I Conferencia de Embajadores Españoles que tuvo lugar en Madrid, animó a difundirla por el resto del mundo a través de, principalmente, tres ejes: uno cultural, otro económico y un tercero de carácter comercial. Hay que recordar que en aquel momento –antes de la crisis de 2008- nuestro país estaba situado entre las diez primeras economías potentes del mundo, un dato relevador si entendemos que la imagen de nuestro país, ‘la marca España’, está íntimamente asociada a la bonanza económica estatal, lo que no ocurre con las principales potencias mundiales, como explicaré más adelante.

"La Marca España está íntimamente ligada
a la bonanza económica estatal"

España no está pasando por sus mejores momentos, precisamente. Pero lo peor de todo no es el trecho que le llevará sanar, sino que cuando lo haga, tendrán que pasar varios años más para que la Comunidad Internacional le deje de preguntar por el mal que la aquejaba, aunque ya llevara tiempo totalmente recuperada. Con esto saco una conclusión: la marca de un país no es tanto la realidad que la envuelve como la imagen que se dé al exterior, el ‘no sólo debes serlo, sino parecerlo’. Y el perfil que se dé a ‘parecer’ es mucho más complicado de construir que el perfil que ya se es.

"La marca de un país no es tanto la realidad
como la imagen que se dé al exterior"

Nuestro país tiene un largo recorrido histórico y una época de auge y esplendor que nos convirtió en su día en los gobernadores del mundo. La historia de América se escribe en español. Pero desde tiempos colonizadores, esa imagen de la que llevo hablando durante todo el artículo, no solo se ha ido desgastando progresivamente, sino que en muchos casos ha caído en el olvido. A veces una sola imagen, un mal capítulo, puede arruinar lo que con tanto esfuerzo se consiguió. Lo malo queda grabado en la retina, tiene una mayor temporalidad. Está claro que no se puede excusar los arduos momentos que estamos pasando, pero no por ello tampoco hay que olvidar los logros, que no han sido pocos.

"La historia de América
se escribe en español"

Ahora bien, ¿por qué no conseguimos entonces recuperar la esencia de la potencia que en un día fuimos? Me atrevería a aventurar que es una meta que todos anhelamos conseguir algún día. ¿Cuál es, por tanto, el problema? La Marca España no transmite una imagen unificada al exterior. ‘La imagen de las imágenes’, donde cada ámbito –político, comercial o social, por poner ejemplos- expresa una respuesta distinta. Y lo curioso es que, de todas esas contestaciones, sea la de ‘sol, playa, diversión’ la que más peso tenga en el extranjero.

"El problema es que no se transmite
una imagen unificada al exterior"

A todo ello habría que añadir un tercer factor: la falta de información -o mejor, información focalizada- que se maneja de España. Nuestro país se encuentra enmarcado dentro de los tópicos habituales, de los que tendría que desmarcarse pues, aunque representan una realidad, es una realidad pequeña. Así como, si bien es innegable que somos un recomendable destino turístico, tenemos otra serie de factores que nos caracteriza.

"Nuestro país debería desmarcarse
de los tópico habituales"

Ciertamente no estamos entre los primeros puestos en cuanto a tecnología y competitividad se refiere en el ajedrez mundial. Pero, ¿realmente podemos decir que solo somos ‘turismo’? Tenemos una riqueza geográfica extraordinaria y una gran diversidad cultural. Todo ello sin mencionar la explotación que deberíamos acrecentar en otros ámbitos como es el caso del arte, el deporte, la medicina, las letras o la gastronomía, un balance del que, a la suma, deberíamos sentirnos más que orgullosos. O de personajes históricos universales de los que contamos como Picasso, Cervantes o Velázquez. O, mismamente, el idioma, que es el segundo con más hablantes en el mundo.

"Tenemos más ambitos que explotar
a parte del turismo"

Y en medio de toda esta compleja labor, ¿a quién le corresponde verdaderamente llevarla a cabo? Muchos estudiosos apuntan que es tarea tanto de las empresas privadas como de las administraciones públicas. Y están en lo cierto. Pero a estos dos yo añadiría uno tercero: la sociedad española. Los propios ciudadanos somos los mejores embajadores de nuestro país. Si bien comentaba al principio que la Marca España está asociada a nuestra economía, ahora estamos viviendo un momento clave en el que más se necesita reforzar esa idea. Esto en otros países, como Alemania, Francia o Gran Bretaña, no llega a pasar, pues su marca está por encima de toda crisis económica. ¿Por qué? Son sinónimo de eficiencia, elegancia y base histórica fuerte. No quisiera pecar de idealista, pero en este caso sí se me antoja alcanzable un sueño: seamos Francia, Alemania o Reino Unido. O mejor, ¿por qué no ser España? Construyamos nuestro país encima de los cimientos que ya tenemos, reconstruyamos nuevamente España, porque nosotros mismos somos los mejores portavoces para difundirla.






Andrea Mateos
@prepyus

15 mayo 2013

Lasquetty sobre la reforma sanitaria


FERNÁNDEZ-LASQUETTY: “EL PSOE PIENSA QUE POLÍTICAMENTE LE VA A SALIR MÁS RENTABLE EL DISCURSO DEL ENFRENTAMIENTO”
.
Javier Fernández-Lasquetty, Consejero de Sanidad en la Comunidad de Madrid, realizaba ayer una conferencia en la sede del Partido Popular del distrito de Tetuán para explicar a los asistentes los puntos de la reforma sanitaria que va a tener lugar en los próximos meses y que tanto revuelo ha causado ante la externalización de seis hospitales madrileños. “El PSOE piensa que políticamente le va a salir más rentable el discurso del enfrentamiento”, afirma el consejero.


España se financia íntegramente a través de los impuestos. Esa dependencia crea que vaya paralela con el ciclo económico: si la economía estatal se hunde, las administraciones públicas también, pues no tienen otra vía de financiación más que el propio Estado. 

Ante todo el complejo de la crisis económica, este año se ha destinado a la Comunidad de Madrid un 7% menos del presupuesto, y aún así sanidad ha pasado a recibir de un 40% a un 45’2% (con lo que, con menos presupuesto total, el presupuesto sanitario ha aumentado).  Sin embargo, esta bajada de presupuesto y la necesidad inevitable de ahorro ha llevado a que solo se pudiera optar a dos únicas opciones de respuesta: reformar y cambiar el sistema de gestión o cerrar y reducir el volumen sanitario, pues el modelo estaba llegando a un punto en el que se estaba volviendo insostenible.

Medidas:

Centralización de las compras de los hospitales: ha supuesto un ahorro de 80 millones de euros en lo que llevamos de año.

Mejora de la información sobre el gasto dentro de cada hospital entre los propios médicos: para que, sin perjudicar la calidad, a cada persona le de lo que realmente necesita, que no tiene porqué ser lo último o lo más caro.
.
Eliminación de las jornadas extraordinarias: supone un ahorro de 20 millones de euros. Las jornadas extraordinarias costaban tres veces más que las ordinarias.


Jubilación de una parte del profesional a los 65 y no a los 70. Se trata de una medida que ya han tomado 14 de las 17 Comunidades Autónomas (las primeras fueron Andalucía y Cataluña en 2004). Esto significa más oportunidades para los médicos a acceder a puestos de responsabilidad.


Hacer públicos los indicadores de calidad, con independencia de la gestión, con el fin de:

          o Mayor transparencia

          o Que los ciudadanos los conozcan y comparen

          o Que los profesionales lo vean y les sirva de estímulo

De los 268 centros de salud, 4 pasarían a gestionarse mediante sociedades de médicos y enfermeras del propio sistema: lo que supone un 25% menos de gasto y una motivación mayor a la hora de gestionar su propio centro de salud. Parece algo novedoso, pero en realidad es así es en resto de países europeos, como Francia, Gran Bretaña, Alemania o Suecia.

Externalización

A partir de septiembre de este año, seis hospitales madrileños van a pasar a utilizar el modelo de concesión capitativa, lo que va a suponer una alta calidad a un menor coste. En Madrid ya había tres hospitales con este modelo: el Infanta Elena de Valdemoro, el de Torrejón y el Rey Juan Carlos. Se trata de cambiar el modelo de gestión externalizándolo a través de la titularidad de empresas privadas. Y aquí hay que hacer una distinción: externalizar no es lo mismo que privatizar, pues la sanidad madrileña va a seguir siendo pública, gratuita y de calidad. De hecho, en Cataluña más de la mitad de los hospitales públicos son por titularidad privada. Y en Andalucía 17 hospitales son también mediante este tipo de gestión. Entonces, ¿por qué se quejan si ya existían desde antes? Puede ser que una gran parte sea por falta de información; o también porque los que se hicieron antes eran nuevos y ahora la reforma se va a producir en hospitales ya construidos con una plantilla ya instaurada de profesionales.

.
Ahora bien, ¿dónde radica el quid de la cuestión? En la confianza. Si los pacientes pierden la confianza, cambian de centro de salud, con lo que la Comunidad daría menos porcentaje del presupuesto a dicho hospital. Cuando no existía libertad de elección sanitaria, se producía el clásico “da igual cómo lo hagas porque te vamos a seguir pagando lo mismo”. En cambio, al poder elegir ahora, el servicio médico tiene que mejorar y volverse más eficiente si quiere evitar perder pacientes, que en términos económicos supone una pérdida. Con todo ello, afirma Lasquetty que “los hospitales externalizados probablemente crezcan en tamaño”.

Razones de rechazo:

• Sanidad pública muy buena, de las mejores de Europa

• Por lo que cualquier modificación produce aversión al cambio

• La conciencia de cotización

• Sensación de gratuidad: aunque en verdad el madrileño paga 1.100 euros anuales destinados a sanidad a través de sus impuestos.

• Seguridad y comodidad laboral: la pérdida de privilegios (que no derechos) de los profesionales públicos. Los hospitales tienen que estar al servicio del ciudadano, no solamente al acomodo de los profesionales.

Otros modelos europeos:

Alemania: modelo de aseguramiento basado en cotización.

Holanda: todo el mundo tiene obligación de tener seguro sanitario.

Gran Bretaña: más parecido a nuestro sistema, pero no hay funcionarios vitalicios.

Suecia: financiación vía impuestos donde parte han pasado a ser por gestión privada



Según las estadísticas, la OMS sitúa a España en el puesto número siete en sanidad, y en muchos aspectos es el primero. De hecho, en 2012 el 92% de los españoles tenía una buena percepción de los hospitales. No hay más que ver el porcentaje de reclamaciones que se reciben, del orden de 10 a 50 por cada 10.000. Lo que hace que España tenga un sistema sanitario del que sentirse orgullosos.

Quizá el problema del gobierno fue la falta o mala comunicación que se dio desde el principio, pero que parece que ahora está empezando a disipar las dudas. En definitiva, la reforma sanitaria (que en verdad no es una reforma, pues no va a realizar un cambio de modelo, sino un avance en el ya existente) no va a suponer ningún tipo de diferencia externa con respecto al resto de hospitales de titularidad pública. Así como tampoco desmantela la sanidad, sino que la garantiza.





Andrea Mateos
@prepyus

09 mayo 2013

¡Basta ya!


Hoy, nuevamente, día de huelga. Y digo nuevamente, pues es ya tan larga la cola, que desconozco el número de huelgas que llevamos acarreadas. Parezco vivir últimamente en un bucle latoso y monotemático: reforma-huelga-corrupción-manifestación-reforma… Y así un torbellino sin fin donde unos días transcurren a otros, donde una población acalorada y enardecida se radicaliza en sus extremos perdiendo la sensatez, donde una prensa parece citar día tras día el mismo esquema noticioso –alterando solo el orden en que acaecen las efemérides-, que tan brutalmente usado acaba por perder toda actualidad. Pero si hoy me he decidido a escribir y compartir estas líneas no es precisamente por la convocatoria de huelga, sino por el mal uso que muchos individuos hacen de ella, a lo cual se debe mi presente enojo. Por ello, prácticamente se me ha antojado inevitable dedicar estas palabras que son más bien motivo de desahogo que de labor informativa.



Nunca he sido partidaria de la huelga, pero jamás he dejado de mostrarle el respeto que se merece. Por ello, como otro día cualquiera, me disponía a ir la universidad cuando de repente me encontraba al bajar del autobús con un grupo de encapuchados que se encontraban bloqueando el paso a los transeúntes. Tenían las entradas cercadas con contenedores de basura tirados en el suelo e insultaban con actitud intimidatoria a todos los estudiantes que intentábamos abrirnos paso para dar un día normal de clase.

"Un grupo de encapuchados
insultaban y bloqueaban el paso"

Por eso mismo, no deja de resultarme peculiar la argumentación de aquellos individuos cuando dicen estar luchando también por nuestros derechos (¿luchas por mis derechos intentando privarme de otros? ¡Qué gusto concepto de solidaridad!), o que con nuestra actitud de ir a la facultad estamos lesionando el fin reivindicativo de la huelga (¿en serio?). Acogiéndome a mi derecho de impartir clase no estoy privando en ningún momento a la humanidad de que haga huelga, así como tampoco perjudicándoles en su demanda por conseguir una educación pública, gratuita y de calidad. En cambio, impidiéndome a mí asistir a la facultad sí se me está privando de un derecho fundamental como es la educación, derecho, por cierto, recogido en nuestra sagrada Constitución en su artículo 27. Pero no solamente eso, habría que añadir además otro tipo de vulneraciones, como lo es mi derecho a expresar libremente mis pensamientos, ideas y opiniones (art. 20 CE), mi derecho a la libertad ideológica (art. 16 CE, el cual me permite estar en oposición a la huelga) y mi derecho a la integridad moral (art. 15 CE, que está siendo vulnerado en el momento en el que se están realizando una serie de descalificativos hacia mi persona).

"¿Luchan por nuestros derechos
intentando privarnos de otros?"

Lo que algunos llaman libertad es un claro ejemplo de libertinaje. Y me molesta enormemente dicha confusión. La libertad es un bien supremo que garantiza los derechos de todos los individuos. El libertinaje, en cambio, es la libertad para unos pocos a costa de abatir las voces de quien les osa contradecir. No quisiera generalizar lo que hoy me ha sobrevenido, pues pecaría de radical y poco coherente. Cada individuo tiene su particular y privada forma de pensar y actuar, y no por ello unos tienen mayor autoridad moral que los otros, aunque a veces se crean en posesión de la verdad. Sin embargo, todos perseguimos un mismo fin: la mejora de nuestra educación. Diferimos en los medios pero compartimos una meta común.

"Lo que algunos llaman libertad
es un claro ejemplo de libertinaje"

Con todo ello, todos los que se ponen en huelga deben ser conscientes de que si se les está dando ese derecho es precisamente porque vivimos en un país democrático, pues de otro modo no sería posible. Pero es un derecho que, como otros tantos, tiene una serie de límites en las libertades restantes. Y es que la misma Constitución que les está reconociendo su derecho a hacer huelga, me está reconociendo mí el derecho a recibir una educación, ¿por qué su derecho tiene que ser superior al mío? ¿Por qué un derecho pacífico como lo es el de hacer huelga tiene que ser tiznado por el uso de la violencia? Reivindican libertad cuando se la privan al de al lado, exigen educación cuando carecen de ella. Me resulta curiosa su doble vara de medir… ¡Basta ya! Nos quejamos de muchos de nuestros políticos, pero no dejan de ser un reflejo de la sociedad que somos, no son entes aislado venidos de Marte. Porque nos quejamos de nuestros políticos… y muchas son las razones para quejarse. Pero ¿qué hay de todos aquellos alumnos a los que el total de la población española les está pagando con sus impuestos una educación que desaprovechan? ¿Cuántas manifestaciones hemos visto contra el absentismo escolar o la falta de esfuerzo en las aulas? ¿Cuántos de los que se les llena la boca de libertad y derechos acuden con asiduidad a clase y respetan las ideologías del contrario? ¡Basta ya! Soy una enamorada de la democracia, no intentéis coartar mi libertad.



Andrea Mateos
@prepyus

02 mayo 2013

Breve análisis de la política exterior española


La política exterior española en el siglo XX ha girado, principalmente, en torno a cuatro grandes ejes: la Unión Europea, África, el Mundo Árabe y América Latina.

La Unión Europea. La integración europea, esencialmente económica, aspira a alcanzar objetivos políticos y sociales bajo los principios de democracia parlamentaria y partidos políticos y organizaciones sindicales libres. La incorporación de España no solo supuso un cambio en el régimen interior, sino también un nuevo abanico de relaciones exteriores en el contexto internacional. Si bien, a principios de siglo, el estado español se encontraba en una situación de tutela franco-británica, a partir de su adhesión a la Unión, tendrá que empezar a tener en cuenta los intereses comunes de Europa y de todos sus países integrantes, con especial atención a Alemania, cuyo verdadero poder ha salido realmente a la luz como consecuencia de la vigente crisis económica, donde se ha visto que en verdad la Unión Europea es más una comunidad de acreedores y deudores que una integración económica con fines igualitarios. Todo ello nos ha llevado a una actitud inmovilista, donde son otros los que eligen por nosotros o nos obligan a no tomar ninguna decisión sin pasar antes por la aprobación de los ‘gentiles’ ojos del monstruo de Bruselas.

"La Unión Europea es más una comunidad
de acreedores y deudores"

África y el Mundo Árabe. A partir de 1898 España dejará de ser definitivamente una gran potencia colonial y centrará su sed imperialista en África, con un especial interés en el norte. Durante décadas tendrá una enfermiza obsesión por Tánger y Gibraltar, precisamente por sus posiciones estratégicas en el Mediterráneo. Mientras que Tánger será una cuestión que acabará desestimando, Gibraltar sigue suponiendo en la actualidad el deterioro en seguridad que significa para España el hecho de querer una colonia de un país comunitario.

Por otro lado se encuentra el asunto del Sáhara Occidental. España no puede reconocer a la República Saharaui porque hacerlo sería predeterminar un resultado popular sin haber realizado ninguna consulta. Por tanto, es un problema de descolonización que solo se resolverá cuando el pueblo saharaui pueda expresar libremente su futuro en un referéndum, una meta que se sigue percibiendo lejana.

El último ejemplo que voy a poner en este apartado lo encontramos en las relaciones entre España e Israel: en un principio el gobierno de España apoyaba al pueblo palestino. Pero al entrar en la Unión Europea, esta le pidió que restableciera las relaciones con Israel (una muestra más de la tutela de la Unión con respecto a España). Sin embargo, el problema nunca fue reconocer o no a Israel, sino establecer cómo y cuándo hacerlo para sufrir las menores represalias posibles de los árabes. Un asunto que aún sigue abriendo las heridas a la población española, claramente dividida.

En definitiva, la política española en este ámbito ha tenido siempre una fijación: Marruecos, el tema del Sáhara, y la reivindicación de Ceuta y Melilla por Rabat. La diplomacia española se ha apoyado en dos instrumentos tales como el diálogo político y una nueva política de cooperación. África y el Mundo Árabe presentan multitud de recursos apenas explotados y el diálogo ha sido un factor estratégico que ha permitido asegurarse el suministro precisamente de dichos recursos, como es el caso del abastecimiento petrolífero.

"La política exterior española tiene especial fijación
por Marruecos y el Sáhara Occidental"

América Latina. Para hablar de América Latina hay que tener en cuenta dos factores: la ausencia de relaciones económicas y comerciales fuertes, y la dependencia cada vez mayor de Iberoamérica con EEUU. Aunque España, en este respecto, siempre ha considerado los intereses norteamericanos para no entrar en conflicto con la gran potencia. Ahora bien ¿cuáles son las principales diferencias con respecto a EEUU?

          a) Factor geográfico: mucho menos importante para España que para EEUU.

          b) Factor histórico cultural: mucho más importante para España que para EEUU.

          c) Mayor influencia española que estadounidense (lengua y religión común)

          d) Vínculos políticos y personales más estrechos con España que con EEUU

España ha tenido además una gran influencia en los procesos de democratización vividos en toda América Latina en los años 80’, a excepción de Cuba. Tal vez la labor más positiva fuera la de hacer que las partes enfrentadas se sentaran a dialogar. Aunque también es importante la defensa que hace España de los derechos humanos y el envío de fuerzas militares a Centroamérica como parte de la ONU.

Sin embargo, a pesar de esta cortina de humo de supuesta colaboración e implicación con Iberoamérica, se encuentran unos intereses nacionales que muchas veces han sido usados para fomentar una política de ‘sustitución’ al pretender llenar el vacío de la dimensión europea de España.; otras se ha usado como una política de presión para reforzar las negociaciones de nuestro país frente a la UE o EEUU; y, desde un ámbito interno, también se ha usado como una política de legitimación con el fin de lavar la herencia franquista, principalmente a comienzos de la democracia.

"Detrás de la supuesta colaboración con Iberoamérica
se encuentran unos potentes intereses nacionales"

Política de cooperación al desarrollo. En las tres últimas décadas, además, se ha intentado luchar, a través de un conjunto de planes y organismos, por la búsqueda de paz y seguridad, la defensa de los derechos humanos y el establecimiento de un orden internacional justo a través de una serie de políticas de cooperación que, en una mayor parte, han ido de la mano de la Unión Europea. Sin embargo, no se trata más que de unos intereses nacionales (políticos y estratégicos) que han sido revestidos bajo el disfraz de la palabra ‘cooperación y ‘solidaridad’ y que nos han alejado de la agenda del desarrollo para los más desfavorecidos, lo que ha llevado a que, en los tres últimos decenios de políticas de desarrollo, no se haya dejado un balance positivo del que sentirse orgullosos.

"La políticas de cooperación vienen casi siempre
de la mano de la Unión Europea"

Ámbito interno. He realizado un breve análisis general de lo que han sido las relaciones exteriores de España, básicamente, durante el siglo XX. Sin embargo, el contexto internacional también viene retratado por la situación interna del propio país. Según esto, España se ha visto, a partir de la pérdida colonial de 1898, como una nación polarizada que ha impedido encontrar puntos medios donde construir, con una constante inestabilidad política donde cada régimen rompe con el anterior instaurando un nuevo sistema completamente distinto al de su antecesor. Todo ello ha llevado a una continua tensión entre el centralismo y el regionalismo, a una falta de cohesión y de sentimiento patriótico (idea que siempre ha sido asociada a un determinado sector derechista), y a una rivalidad que también se deja ver entre el propio Gobierno y la opinión pública. Un país caracterizado, como vemos, por la heterogeneidad y las divisiones internas.

Pero a todo lo anterior hay que añadir otros factores que entorpecen el proceso internacional. Y por ello, no se puede dejar de hablar de un regeneracionismo que no ha terminado de culminar (quizá por la eterna transición democrática en la que vivimos, que se ha convertido en un permanente en la política actual), o de ese sentimiento de recogimiento e inmovilismo (muchas veces obligado por el contexto exterior) debido a nuestra debilidad como potencia, o de esa escasa visión de Estado sin perspectivas de futuro, o de la falta de recursos de los que podemos contar (y de los que tenemos, la mayoría están obsoletos).

Sin embargo, y a pesar de las adversidades anteriormente comentadas, quisiera finalizar la crítica con una idea positiva: y es que todavía sigue patente una voluntad de recuperación internacional que refuerce el papel de España por la potencia que en un día fuimos. Cierto es que se trata de un país completamente dividido, y nadie lo puede negar. Pero, aunque diferimos en los medios, compartimos un objetivo común: ESPAÑA. Y ese debería ser el punto de encuentro entre todos, con independencia de las ideologías, para empezar a construir un país bajo el consenso y los principios de la democracia y la libertad. ‘Divide y vencerás’. Aunque aquí, desde el caso que nos ocupa, el ‘vencerás’ sería más bien sustituido por un carácter de pérdida. Y es que, efectivamente, nunca una nación tan dividida podrá recuperar su posición en el tablero internacional hasta que consiga aunar todos sus intereses bajo una sola proyección. Porque, al igual que la heterogeneidad favorece el enriquecimiento, la división propicia la debilidad.



   
Andrea Mateos
@prepyus