13 marzo 2014

"UCRANIA SERÁ EUROPA"


Ucrania constituye una nación fundamental para una Rusia expansionista en su proyecto de crear una Unión Euroasiática como rival a la Unión Europea. Sin embargo, para la mayoría de los ucranianos, esta última supondría la apertura a la mejora económica, la consecución de la democracia real y la lucha contra la corrupción política. A finales del mes de noviembre del año pasado, empezaron en Kiev una serie de manifestaciones pro europeas como resultado del rechazo de Víktor Yanukóvich al Acuerdo de Asociación y Libre Comercio con la UE. Una protesta que, a día de hoy, se la conoce como la revolución EuroMaidán, el conflicto más grave del país desde su independencia en 1991.

Consigo contactar con una kievita. Hablo con ella principalmente a través de las redes sociales. No diré su nombre, porque ha preferido permanecer en el anonimato. Le pregunto por la situación y arroja toda clase de desprecios con un odio atroz hacia su presidente y el régimen ruso. Sin embargo, formar parte de la Unión Europea supondría una dura reforma en el sistema económico ucraniano y la estructura en general del país. ¿Hasta qué punto merece la pena su ingreso? “La gente ya no podía soportar que no se firmara el acuerdo. Nos hacían promesas que nunca cumplían.” La situación se había vuelto insostenible. Me confiesa que ahora tiene miedo, que no puede ni dormir y muchos días no se le permite ir a la universidad. Siente la constante desolación de no saber qué va a pasar con su pueblo, una sensación que le ahoga y llena de rabia. Pero afirma que todo habrá merecido la pena si finalmente consiguen su objetivo: la independencia total de la influencia rusa.

Así, los estudiantes universitarios ocupaban la Plaza de la Independencia de la capital exigiendo el cese del presidente y un cambio de régimen. El 30 de noviembre los antidisturbios embestían con violencia contra las manifestaciones. La ciudad se iba llenando poco a poco de hombres enmascarados con cascos y bates. El pueblo entendía que el Gobierno solo accedería a dialogar con el radicalismo.

El 16 de enero la Rada Suprema –o Parlamento- aprobaba unas duras leyes antiprotesta. La gente ya empezaba a hablar de Guerra Civil o, para los de mal agüero, de una guerra en Europa. En los posteriores días, los radicales paramilitarizados estaban cada vez más dispuestos a usar toda clase de técnicas violentas. “El presidente mandó militares para pegar tanto a hombres y mujeres, como estudiantes y niños. Kiev estaba lleno de sangre y hasta ahora no hay culpables. Ha desaparecido mucha gente.” La kievita asegura que los militares que protegían a Yanukóvich traían encarcelados para provocar a la gente que se revelaba. Querían que la opinión pública internacional se forjara una imagen equivocada del movimiento.

Con la llegada de febrero, aumentan las tensiones. Sin duda febrero ha sido el mes más difícil de todos. El día 20, el régimen mandaba francotiradores y, tan solo unos días después, el presidente abandonaba Kiev y Putin decidía entrar en el campo de juego, usando Crimea como excusa para su intervención. Todos sabían que era algo que se podía producir en cualquier momento. La entrada de la gran potencia rusa era del todo inevitable.

Ucrania es una nación que se encuentra situada entre Europa y Rusia. En eslavo antiguo significa “zona fronteriza”. El oeste rural es pro europeo, mientras que el este, de carácter industrial, es pro ruso. Se puede decir además que Kiev es la madre de la civilización soviética y de todas las ciudades rusas. Un país, sin duda, con una importante historia pero sin una historia real de estado, debido a su juventud. En la Segunda Guerra Mundial, muchos ucranianos colaboraron con el régimen nazi, algo que los rusos nunca perdonaron y decidieron enviar a parte de su población a los gulags. Durante las décadas siguientes se fue afianzando un sentimiento anti ruso que culminaría con la independencia de la república en 1991.

Para Europa se trata de un país importante, ya no solo por su situación geoestratégica y como zona fronteriza de Rusia, sino que además supone un tránsito para el gas. Su población es en un 78% de etnia ucraniana, a excepción de Crimea, de mayoría rusa (60%). El golpe de estado producido en este territorio ha hecho reaccionar a Putin, alegando querer protegerla frente al nuevo gobierno ilegítimo. Hay que tener en cuenta que Crimea fue rusa hasta 1954, año en que Kruschev decidió regalársela a Ucrania. Pero Rusia siempre ha considerado esta tierra rica en cultivo y con acceso al Mar Negro como suya. Sacar a Crimea de su área de influencia afectaría a su orgullo nacional. Por otro lado, el presidente ruso había firmado con Yanukóvich un acuerdo de permanencia hasta 2042... y va a hacer todo lo posible para que se respete ese pacto.

El 27 de febrero, el Parlamento de Crimea realizaba un segundo golpe de estado, tras el de Kiev, eligiendo a un nuevo jefe de gobierno regional ruso. Un acto, sin duda, inconstitucional, pues el cargo de primer ministro regional era designado en la capital. Algunas manifestaciones producidas en este área pedían que Rusia enviara ayuda para garantizar su protección. La consecuencia más inmediata fue que el parlamento ruso autorizase la intervención militar en Ucrania, una provocación a los titanes de EEUU y la UE. Sin embargo, Putin ha negado tal invasión. Como él mismo ha definido, únicamente son grupos de autodefensa locales. Pero el kremlin no va a ignorar la llamada de ayuda de Crimea. El problema radica en que si Putin hace uso de la fuerza, estaría violando el derecho internacional y la integridad de un territorio soberano.

Para el presidente ruso no solo es una cuestión geoestratégica que garantice su flota en el Mar Negro, también hay motivos históricos y culturales. Haciendo una comparativa, está usando el mismo pretexto que ya usó en 2008 con Georgia: la protección de los rusos amenazados. Ya entonces dejó claro que tanto Georgia como Ucrania suponían una frontera que la UE y la OTAN nunca debían traspasar.

Pero por otro lado, hay que tener en cuenta también que el ámbito internacional es muy amplio y que Rusia necesita de EEUU en otros escenarios globales. Están en juego intereses tanto económicos como energéticos. Hay que evitar una guerra. Algunos analistas hablan de posos de Guerra Fría y de una Unión Soviética que, en la idea, nunca ha llegado a desmoronarse. ¿Puede ser esto un golpe del exterior para sacar a Ucrania, finalmente, de la influencia rusa, como dicen algunas hipótesis? ¿Por qué no se ha esperado a unas elecciones limpias? Quizá porque en las últimas, como asegura la kievita, los votos fueron falsificados. Los ciudadanos que han dado el paso, están dispuestos a todo con tal de que no dividan a su gente. Quieren la libertad. ¡Se han librado tantas batallas en su nombre! ¡Y ha habido tantos hombres que la han perdido en su lucha por conquistarla! “Hay gente que se merece que les llamen héroes. Luchan por todos contra una Rusia que nos robaba. Pero estoy segura de que Ucrania será finalmente Europa”.

 


Andrea Mateos

@prepyus

04 marzo 2014

La obsesión del periodista vocacional


Llega un momento en la vida del periodista (vocacional) donde el poder de la información se convierte en una obcecación que te taladra. Y buscas de forma casi exasperada un artículo en cada conversación, una columna en la mirada de un desconocido, un reportaje en cada acto banalmente cotidiano. Porque llega un momento en el que empiezas a soñar primicias y a completar obsesivamente tu agenda de contactos fuera del horario laboral, que ahora abarca las 24 horas escasas que se te muestra un día. Y entonces, la delgada línea entre tu vida privada y profesional se disipa para venir a ser lo mismo. ¡O quizá sea tu trabajo el que pise de una forma titánica tu intimidad!

El mundo se transforma: todo son interrelaciones que forman el proceso comunicativo. Las personas ya no son personas, sino la abstracción que compone la relación simbiótica y de retorno entre en un emisor caótico y un receptor participativo. ¿El mundo de las ideas? Y esa obsesión frustrante habita en un curioso campo de incertidumbre. Lo bonito de la vida es que todo el mundo desconoce su futuro, pero mientras que para otros esto es un factor largoplacista, para el periodista se convierte en un porvenir instantáneo, casi presente. ¿Qué va a ser de mí el próximo segundo? La vida eterna o la destrucción...

El universo es el mayor canal informativo que hay. Existen millones -¡infinitos!-  tipos de acontecimientos que se suceden a la vez, en un segundo, y lo peor de todo es que tus fieles ojos no van a estar ahí (en una mayoría dolorosa de veces) para poder escribirlos, ¡joder! El amplio proceso cognitivo en el se traduce tu trabajo hace que tus sentidos se disparen. Tu mente se vuelve tan abierta, sabes de tanto y de tan poco, que a menudo caes en un saco de escepticismo. ¿En qué creer? Absolutamente todo es cuestionable. El saber que no puedes estar seguro de lo que sabes… ¡y ni siquiera puedes afirmar aquello! Pero aun estando expuesto a esa continua red informativa, siempre tienes que tener claros unos principios, que marcan tu origen y también definirán tu meta. No hay nada peor que traicionar a tus ideas, que constituyen, en último y más importante término, tu ser. Porque el periodista, antes que periodista, es persona. Quizá llegue un momento en la vida del periodista, ahora ya sí, VOCACIONAL, donde el poder de la información se convierta en una obcecación que te taladre. Pero que ese taladro nunca alcance la placa dura que debe ser tu ego, que no es más que tu existir, tu esencia.



Andrea Mateos

@prepyus