30 diciembre 2014

El atisbo de la ilusión


Huele a mandarina y a cordero asado. También a dulce, a bengala y a champagne. El Niño Dios ha nacido, es hora de celebrar. Los árboles se revisten de luces y color, el aire transporta cánticos a ritmo celestial… Noche de paz, ¿días de amor y prosperidad?

Pero mientras una parte del mundo se sacia de derroche, en otros lugares los gélidos sueños luchan por mantener la fe. La fe... Entrañable fecha la Navidad. Honrémosla con el corazón y procuremos conservarla en cada amanecer, encendiendo el fuego de la caridad y la llama del compartir. La Navidad: saco de recuerdos y corazones henchidos de risueña festividad.

El mundo entero festeja, el mundo entero desea. Pero hay algo que todo el dinero no puede comprar: la riqueza de espíritu, esa que corrompe lo material. Y sí, todos, los que tienen y los que no tienen, celebran. Y sí, todos, los que tienen y los que no tienen, habitan bajo un mismo cosmos. Pero cuando todos alcen las cabezas al cielo, unos verán el simple manto estrellado, mientras que otros distinguirán una luz que brilla imponiéndose sobre el resto.

Y allí, casi rozando el firmamento, esa luz se metamorfoseará en estrella y esa estrella iluminará las almas de quien pueden verla, como un guía que vislumbra su camino. Y es que, a quien nada tiene, nada le extingue de avaricia. Y sueñan. Y sonríen por un atisbo de ilusión. “A ver si este año…” Porque la ilusión y la esperanza son lo último que deben perderse. Decía Coelho: “es justamente la posibilidad de realizar los sueños lo que convierte la espera en algo interesante”. Jamás pierdan la fe.

Feliz Navidad.




Andrea Mateos
@prepyus

08 diciembre 2014

El baile del hombre antifrágil


La observó. Era una puerta robusta de madera y hierro: ¡tan expuesta a la llama pero tan firme y sempiterna! La tocó. Su estructura era fuerte y olía a vetusto. Se escuchaba música a su otro lado. ¿Un baile? Dejó que se entreabriera con un soplo de viento… “Puedo elegir cualquier espacio vacío y llamarlo escenario. Una persona atraviesa ese espacio mientras otra la observa y eso basta para que el acto teatral se desencadene”. (Peter Brook)

Los individuos iban disfrazados con trajes voluptuosos de lino. Siempre se intenta aparentar más de lo que se es. Los personajes también iban enmascarados y se entremezclaban entre la multitud. Nadie mostraba su verdadero rostro. El salón olía a perfume y a romero. Y así fue como la dama silenciosa atravesó la puerta envuelta en un vestido carmín de volantes e irradiando un halo de extrañeza. El Bal des Ardents se transformó en el Bal des Sauvages. Lo curioso es que era un baile sin ensayos, la vida… y cada uno interpretaba de modo exquisito su papel. Reían, cantaban, lloraban y cambiaban de pareja cuando el ritmo de música lo marcaba, sin pararse a zambullirse en la pupila de lo ajeno.

¿Por qué asumir un único papel? La dama quería que cada amanecer fuera distinto para poder volverse cómica o esencialmente taciturna. ¿Y por qué no ambas a la vez? Podrás cambiar de personaje, incluso de guion. La mayoría no es consciente de que al nacer se le dotó de uno de los mayores dones que existen: la capacidad creadora del cambio, la libertad. Aspira su aroma, bucea en ella y diséñate en cada alba. La dama de rojo lo sabía. Constrúyete a ti misma pero no rasgues tus cimientos ni te desorientes en el trágico y superficial baile de máscaras. Nadie es quien dice ser. Todos fingen y trufan. Y tú puedes cambiar o reinventarte, pero siempre . Que el sé sea lo único que permanezca en cada muda.

Y así la dama silenciosa atisbó a un caballero solitario de sombra ceniza y rostro descubierto. “Sonríe antes de que el telón baje y la obra termine sin aplausos”, le susurró con voz queda mientras le sacaba a bailar. “Sonríe pero no te escabullas detrás de esa curvatura. El mundo lleva soñando eternamente con ese destello de luz con que resplandeciste. No te transformes en fuga”, dijo mientras se dejaba caer sobre él al compás. Y el caballero gris asintió y brilló fluorescente, metamorfoseándose en el antifrágil. Y ambos jugaron con la serendipia y emprendieron, arriesgaron, tomaron un sorbo de especia de locura, imaginaron y vivieron su vida con pasión. Y jamás perdieron su sé interno. El mundo está hecho para los antifrágiles, para las puertas de maderas revestidas de hierro que sobreviven al cambio y seducen con ligereza en el teatro que supone el baile de máscaras, que no es más que el escenario del cosmos.

Y tú, ¿quién quieres ser?

 


Andrea Mateos

@prepyus

04 diciembre 2014

La retención del tiempo


Una fotografía… un instante reducido en una imagen, el tiempo paralizado con el objetivo. Una fotografía puede ser recuerdo, pero de una forma parcial. Hasta ahora no se han inventado cámaras que emulen sentimientos, que trasladen al corazón sensaciones que ya pasaron, haciéndolas revivir con la misma intensidad que cuando sucedieron.

Una fotografía… y podrás observar los detalles que la componen, su mirada… oh, sí, podrás observar su intensa mirada negra, pero jamás podrás reflejarte en su pupila y zambullirte en la noche estrellada de sus ojos azabache. Y su plumaje… podrás observarlo también, pero no podrás escuchar el viento que corre entre sus alas o tocar y sentir su suavidad entre tus dedos.

Una fotografía… tenemos la ahogante necesidad de capturarlo todo, en cada momento. No nos fiamos de la memoria, mucho menos del corazón. Y es entonces, cuando nos creemos poseedores de algo, cuando desafiamos a la vida y le gritamos “¡eh, pasa todo lo deprisa que quieras, que yo estoy paralizando el tiempo!”. Y realmente así ocurre, pero mientras ella –la vida- pasa, nosotros la dejamos ir en un intento desesperado por fotografiar de forma eterna la realidad fugaz.

Curioso el ser humano, siempre tan coleccionista. ¿Realmente necesitamos tomar imágenes de todo y a cada segundo? “Es para recordar”, me dirás. “¿Y la memoria?”, te preguntaré. “No es lo mismo”, contestarás.

No, no es lo mismo. Porque no es lo mismo vivir que observar la vida que creíste vivir. Porque no es lo mismo observar el mundo vivaz a través de tus propios ojos que desde el lado gris del objetivo. No es lo mismo. Y no seas iluso. El tiempo corre, vuela, se desliza, se escurre, salta, juguetea, viaja y, al igual que este búho, es imposible retenerlo. Con nada, salvo viviendo.

Vive.

 



Andrea Mateos

@prepyus