08 diciembre 2014

El baile del hombre antifrágil


La observó. Era una puerta robusta de madera y hierro: ¡tan expuesta a la llama pero tan firme y sempiterna! La tocó. Su estructura era fuerte y olía a vetusto. Se escuchaba música a su otro lado. ¿Un baile? Dejó que se entreabriera con un soplo de viento… “Puedo elegir cualquier espacio vacío y llamarlo escenario. Una persona atraviesa ese espacio mientras otra la observa y eso basta para que el acto teatral se desencadene”. (Peter Brook)

Los individuos iban disfrazados con trajes voluptuosos de lino. Siempre se intenta aparentar más de lo que se es. Los personajes también iban enmascarados y se entremezclaban entre la multitud. Nadie mostraba su verdadero rostro. El salón olía a perfume y a romero. Y así fue como la dama silenciosa atravesó la puerta envuelta en un vestido carmín de volantes e irradiando un halo de extrañeza. El Bal des Ardents se transformó en el Bal des Sauvages. Lo curioso es que era un baile sin ensayos, la vida… y cada uno interpretaba de modo exquisito su papel. Reían, cantaban, lloraban y cambiaban de pareja cuando el ritmo de música lo marcaba, sin pararse a zambullirse en la pupila de lo ajeno.

¿Por qué asumir un único papel? La dama quería que cada amanecer fuera distinto para poder volverse cómica o esencialmente taciturna. ¿Y por qué no ambas a la vez? Podrás cambiar de personaje, incluso de guion. La mayoría no es consciente de que al nacer se le dotó de uno de los mayores dones que existen: la capacidad creadora del cambio, la libertad. Aspira su aroma, bucea en ella y diséñate en cada alba. La dama de rojo lo sabía. Constrúyete a ti misma pero no rasgues tus cimientos ni te desorientes en el trágico y superficial baile de máscaras. Nadie es quien dice ser. Todos fingen y trufan. Y tú puedes cambiar o reinventarte, pero siempre . Que el sé sea lo único que permanezca en cada muda.

Y así la dama silenciosa atisbó a un caballero solitario de sombra ceniza y rostro descubierto. “Sonríe antes de que el telón baje y la obra termine sin aplausos”, le susurró con voz queda mientras le sacaba a bailar. “Sonríe pero no te escabullas detrás de esa curvatura. El mundo lleva soñando eternamente con ese destello de luz con que resplandeciste. No te transformes en fuga”, dijo mientras se dejaba caer sobre él al compás. Y el caballero gris asintió y brilló fluorescente, metamorfoseándose en el antifrágil. Y ambos jugaron con la serendipia y emprendieron, arriesgaron, tomaron un sorbo de especia de locura, imaginaron y vivieron su vida con pasión. Y jamás perdieron su sé interno. El mundo está hecho para los antifrágiles, para las puertas de maderas revestidas de hierro que sobreviven al cambio y seducen con ligereza en el teatro que supone el baile de máscaras, que no es más que el escenario del cosmos.

Y tú, ¿quién quieres ser?

 


Andrea Mateos

@prepyus

4 comentarios:

  1. Realmente sublime. ¿Has pensado en escribir y publicar un libro?

    Saludos

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