31 enero 2013

Amy Martín, la 'Don Quijote' moderna

El día del patrón de los periodistas (San Francisco de Sales) lo confesaba en un comunicado de siete páginas. Teóricamente era una reputada columnista estadounidense. La ‘ghostwriter’. Irene Zoé Alameda, la Don Quijote moderna, se ha sumido en su tinte novelesco…y se lo ha creído. Quiso llevar a la realidad una historia que ella misma había inventado, y por jugar a ser dios se ha quemado con fuego. Amy Martín es sin duda su personaje más logrado.



La Fundación Ideas se consolida como una factoría de pensamiento, tanto a nivel nacional como internacional, que centra sus líneas de acción en diversos ámbitos como la igualdad, la economía, la política, los derechos, la ecología, la sostenibilidad, la formación o la solidaridad. Su director, Carlos Mulas, por entonces marido de Irene Zoé Alameda, le pagaba 3000 euros por artículo ‘sin saberlo’. Desconocía que su mujer era la famosa escritora. El Instituto Cervantes la nombró directora en Suecia y también ha declarado no conocerla ni haber mediado recomendaciones sobre ella antes de adjudicarle el puesto. Asimismo, el PSOE subvencionaba sus cortos con 122.000 euros mediante los ministerios de Cultura, Igualdad y Sanidad en tiempos del gobierno socialista.

"Mulas le pagaba 3000 euros
por artículo sin saberlo"

Hay que tener en cuenta que varios de los artículos que redactaba eran análisis económicos que difícilmente había podido escribir una filóloga cineasta sin formación económica como Zoé Alameda… salvo que en ellos hubiera colaborado una mano tercera. Resulta curioso en este punto que su marido, el señor Mulas y director de Ideas, a pesar de haber declarado no saber nada del asunto, sea un economista de cierto renombre, en su tiempo asesor del mismo Rodríguez Zapatero (ex presidente también de la misma fundación). Un entramado harto complejo donde, una vez más, vuelve a dominar el ‘nadie sabía nada’, aunque todos estuvieran relacionados.

"Otro nuevo caso del
nadie sabía nada"

Sin embargo, el fraude no está en el contenido de sus artículos al igual que tampoco lo está en utilizar ‘Amy Martín’ como pseudónimo –muchos periodistas lo hacen-, sino en cobrar tales cantidades de dinero de forma fraudulenta bajo una identidad falsa. ¿Hasta qué punto es legítimo usar dinero del Estado, que es el de todos los españoles, para subvencionar fundaciones de partidos políticos? La defensa de las ideas debería ser gratuita, y más teniendo en cuenta los difíciles tiempos que acaecen, donde hay que añadir el agravante de una clase política que no pasa por su mejor momento en lo que a opinión pública se refiere, y más desde las últimas oleadas de corrupción.

"Cobraba cuantiosas sumas de dinero
bajo una identidad falsa"

Pero dejando de lado las cuantiosas sumas de dinero y los vínculos con quienes se las proporcionaban, la historia de Amy Martín quedaría como un curioso artefacto literario, una historia de ciencia ficción real. El periodismo se ha visto en los últimos tiempos como una profesión que se encuentra siempre en el alambre, desvalijándose por el afán de protagonismo e enriquecimiento de quienes pretenden desprestigiarla. Porque son unos pocos, pero basta de esos pocos para que el total del colectivo asocie el término periodista con el término ‘basura’. Nadie habla de los buenos profesionales que realizan honradamente su labor. Pero sí es noticia aquellos que buscan el fin de enriquecerse, desproveyéndose de todo principio ético. Una moral que se pudre. La profesión de periodista necesita rehabilitarse de ‘Amys Martín’ para recuperar su honor. Porque sin periodistas no hay periodismo y sin periodismo no hay democracia. El derecho a informar y ser informado es un derecho constitucional, pero muy a menudo se pone en duda su dignidad. Hasta este punto es entendible que se ponga en entredicho la credibilidad de los medios. Y es que parece ser que en tiempos de crisis, a España le crecen los enanos.

(Artículo publicado en: http://lanoticiaimparcial.com/amy-martin-la-don-quijote%c2%b4-moderna/)



Andrea Mateos
@prepyus

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