09 abril 2013

Pinceladas de thatcherismo

Hija de un tendero, murió de forma discreta en una habitación del Ritz de Londres el pasado lunes. Su padre, un gran trabajador, la educó bajo el principio del esfuerzo, algo que marcaría su carácter de forma distintiva. Cuando se metió a política, esperó como mucho llegar a ser ministra de Hacienda. Sin embargo, nunca imaginó que desde su aún difícil condición de mujer se convertiría en la primera ministra británica, y menos durante tantos años (de1979 a 1990) y a tan gran escala: Margaret Thatcher se transformaría en un icono internacional con un enfoque político distinto.


Política interior

Fue un aspecto clave en su política interior el sometimiento de los sindicatos (en especial el sector minero) con la devolución a los directivos del poder de controlar. Así también sembraría una semilla de paz con los irlandeses que allanaría el camino para posteriores negociaciones.

En los aspectos sociales muchos apuntan que dividió todavía más el país, al radicalizarse algunos sectores. Pero lo cierto es que los laboristas, al pensar que jamás volverían a ganar unas elecciones, evolucionaron hacia una posición centrista, con lo que se eliminaron de este modo las barreras ideológicas existentes entre la izquierda y la derecha.

En el plano económico se encontró ante un momento de recesión financiera y desempleo, para lo que decidió disminuir los impuestos sobre la renta e incrementar los indirectos, aumentó las tasas de interés para disminuir la inflación -acrecentando con ello el paro- y redujo los gastos en servicios sociales como educación y vivienda. Pero poco a poco sus estrictas medidas fueron dando sus frutos, con una economía más fortalecida y estable a partir de la victoria de las Malvinas, y una tasa de desempleo que comenzó a disminuir en 1987. Llevó a cabo una auténtica revolución económica que negaba la presencia del Estado en muchos aspectos de la vida cotidiana al creer que este estrangulaba la actividad financiera. Si se tuviera que resumir su política económica en tres ejes, estos serían: la desregularización, la privatización de industrias estatales y transporte público, y la flexibilización del mercado laboral.

Política exterior

Su política exterior estuvo centrada en tres aspectos vitales: las Malvinas, la Unión Soviética y la Unión Europea.

El caso de las Malvinas era un asunto que ya se daba por perdido incluso antes de la invasión. Sin embargo, Thatcher demostró una destreza implacable que lo convertiría en un triunfo histórico. Al apoyar anteriormente al presidente Reagan en Libia, este decidiría suministrarle información sobre el posicionamiento de los buques argentinos en las Malvinas. De igual modo, el dictador Pinochet fue otro de sus apoyos. Por eso mismo, cuando este fue detenido en Londres en un proceso judicial que fue encabezado por Baltasar Garzón, Thatcher se puso de su lado, suceso que fue tremendamente criticado por la opinión pública. Y no le faltaba razón.

En el ámbito de la URSS la primera ministra mostró una clara oposición al comunismo: “ponen armas antes que mantequilla”. Aunque no por ello dejó de ganarse el respeto de los soviéticos, que decidieron apodarla ‘La Dama de Hierro’. Asimismo tampoco dejó de mostrar una buena relación con su presidente Gorbachov. Hay que destacarle de este modo un papel relevante en el final del conflicto entre los soviéticos y la potencia norteamericana, especialmente durante el mandato de su gran aliado Reagan.

El último aspecto, sobre la Unión Europea, me merece especial interés. En un comienzo llevaría a cabo una política europeísta, quizá por oposición y como una forma de desbancarse frente a los laboristas. De hecho durante su mandato se produjo una cesión de soberanía británica a Bruselas que establecía una cooperación más estrecha con la unión. Sin embargo, su pensamiento, por sorprendente que parezca –o quizá no tanto- fue evolucionando hacia una postura escéptica hacia Europa, posiblemente por miedo a que disminuyera su poder conquistado en el gobierno.

Errores

Algunos economistas apuntan que ‘La Dama de Hierro’ arruinó la manufactura británica, problemas que aseguran que aún se siguen pagando en los servicios públicos. Puede ser que la primera ministra creyera en el mito de la invencibilidad que se había creado en torno de su persona. (¿Será que el político perfecto no desempeña cargo político?) Pero lo que verdaderamente resultó impopular y supuso el fin de su mandato sería el impuesto de capitación (donde duques y personas de servicio pagarían las mismas cuotas locales) y su visión escéptica europeísta que alarmó incluso hasta a los integrantes de su propio partido. Todo ello llevaría a que en 1990 tuviera que renunciar a su cargo, no sin lágrimas en los ojos.



Pero ahora, tras su fallecimiento, es tiempo de observar su legado en las políticas actuales, valorando tanto los aspectos positivos como los negativos y ponerlos todos en una misma balanza. Desde mi humilde opinión (y a pesar de no estar de acuerdo con algunos de los aspectos de su política, como habéis podido comprobar), finalizo no obstante con un balance positivo. Implacable figura histórica a la que nadie podrá negar su transcendencia y su capacidad de influencia mundial. Margaret Thatcher: sentido común, capacidad de trabajo y obstinación. “No soy una persona de consenso. Soy una política de convicciones”, dijo en una ocasión. Porque el buen político, que no el político perfecto, no suele ser el que más apoyos tiene, aunque este sea un aspecto reñido con los gobiernos de la mayoría en la democracias.



Andrea Mateos
@prepyus

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